Días de sol, felicidad, momentos únicos con los amigos, levantarte y escuchar el sonido del mar, embravecido por el viento de la mañana, sentarte en la hierba y cerrar los ojos mientras escuchas a los pájaros recitando sus poemas de seducción, muchos de forma poco satisfactoria, como en la vida misma.
Cuando era pequeña, no tenía ningún tipo de preocupación, limitándome a sonreír y pasar tiempo con mi perro, que se convirtió en el mejor amigo existente y por exitir.
Parece que a medida que creces la tristeza te ata cada vez más fuerte, hasta el punto de cortarte la circulación.
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